La inteligencia emocional es un término asociado desde hace algún tiempo a las empresas. Más allá de modas pasajeras, la inteligencia emocional ha llegado al mundo laboral para quedarse. Las empresas demandan profesionales capaces de identificar y gestionar sus emociones propias y ajenas, con habilidades sociales y con capacidad de adaptación a las distintas situaciones.
Definiciones de inteligencia emocional hay muchas pero vamos a quedarnos con la definición del autor que popularizó la inteligencia emocional en el mundo de los negocios. Para Goleman, la inteligencia emocional es “la forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía y la agilidad mental. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social”.

Los departamentos de recursos humanos demandan profesionales, que además de contar con sólidos conocimientos, sean capaces de utilizar sus habilidades emocionales para desarrollar su labor profesional. A partir de la definición de Goleman, podemos intuir la importancia de la inteligencia emocional en el entorno laboral dominado por la globalización y la competitividad entre empresas:
- Autoconciencia: es necesario tener un gran nivel de autoconocimiento para conocer las fortalezas, las debilidades y las necesidades, para ser honestos con uno mismo y con los demás. Las personas con una gran autoconciencia son capaces de huir de los extremos, sin caer en un exceso de optimismo ni pesimismo.
- Motivación: la motivación es sinónimo de pasión, búsqueda de desafíos, ganas de superación y satisfacción por el trabajo bien hecho. Las personas motivadas son conscientes de la importancia de que todos los miembros del equipo consiguen alcanzar sus expectativas.
- Empatía: permite reconocer y entender las opiniones de todos los miembros de la empresa, establecer buenas relaciones entre compañeros y analizar y valorar la implicación de los empleados en la empresa.
- Habilidades sociales: imprescindibles para construir relaciones sociales con los miembros de la empresa y con el mundo exterior.
En definitiva, los empleados con inteligencia emocional dominan el autocontrol, están motivados y son capaces de motivar, tienen una gran capacidad de persuasión y de trabajo en equipo. Las empresas tienen a su disposición herramientas para trabajar la inteligencia emocional de sus empleados, los cursos de inteligencia emocional son muy útiles y deben jugar un papel destacado en la formación continua de la empresa.
Y recuerda, como decía Aristóteles: “Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”.